El próximo 21 de Octubre se cumplen 202 años de La Batalla de Trafalgar una de las batallas navales más famosas de la historia en la que los ingleses, vapulearon a españoles y franceses frente a las costas de Cádiz. ¿Pero a qué vino liarse a cañonazos por esos lares? Te lo contamos….
Antecedentes
Por aquellos años, hablamos de principios de 1800, Inglaterra, Francia y España pujaban por mantener sus imperios y colonias, lo cual les daba oportunidad para estar todo el día entre palos e improperios.
En Francia, Napoleón conquistaba prácticamente toda Europa cosa que no gustó a los ingleses que rompieron el pacto de Paz firmado un año antes.

Mientras tanto España intentaba ser neutral, sin mojarse demasiado y capeó la reclamación de colaboración solicitada por Bonaparte, pagando un subsidio para el mantenimiento de las tropas francesas, cosa que tampoco moló a los ingleses, los cuales a partir de entonces, empezaron a “registrar” todos los barcos españoles que regresaban de las Américas, aún teniendo firmado un pacto de neutralidad con España. Hablamos del año 1803.
Al año siguiente seguían las tiranteces y los ingleses de la mano del comodoro Graham Moore, se pasaron tres pueblos en sus registros, cuando el 5 de Octubre de 1804, cuatro fragatas británicas atacaron un convoy español hundiendo un barco lleno de civiles.
El barco que salió por los aires fue “Nuestra Señora de las Mercedes“, hubo una explosión en la santabarbara lo que hizo que el barco quedara hecho confetti. La batalla o mejor dicho el ataque, fue llamada “La Batalla del cabo de Santa María“.
La pérdida de más de 200 vidas y los miles de pesos en plata y oro que se fueron para el fondo*, fueron la gota que colmó el vaso para que España declarase la guerra a Inglaterra en Diciembre, aliándose así finalmente a Francia en Enero de 1805.
*Nota: La plata y oro hundidos son los mismos que en 1999 la empresa americana “Odessy Marine Exploration” sacó del fondo del mar a la chita callando sin que nadie se enterara, pero en 2009 Los tribunales dieron la razón al Gobierno Español y obligaron a devolver más de 514.000 pesos de plata y 212 escudos de oro. Que joios los yankis!
La Previa
Napoleón, estrenando su nuevo cargo de Emperador y cansado de la intromisión inglesa en sus planes de conquista, maquina con dos cojones, invadir inglaterra reuniendo 200.000 soldados en Boulogne-sur-Mer, para su desembarco en las costas inglesas. Pero para ello debe “distraer” a la Royal Navy y liberar el paso del Canal de la Mancha.
Para conseguir esto, manda a Pierre Charles Silvestre de Villeneuve, que se encuentra en Tolón (parte Mediterránea de Francia), que vaya a las Indias Occidentales a tocar los “egg” a los ingleses en sus colonias y con esto tengan que desplazar su flota para protegerlas. Teniendo Villeneuve que volver echando leches para ayudar en la invasión, transportando tropas y manteniendo a raya a la flota inglesa.

Villenueve escapó del bloqueo de Horatio Nelson en Gibraltar, se fué para Martinica junto a otros 6 barcos españoles y allí hicieron lo que les dió la gana, salvo cumplir órdenes y al oír de la llegada de Nelson por esos lares, salieron por velas de vuelta hacia el cabo de Finisterre.
En Finisterre se lió parda, ya que Robert Calder que comandaba a los ingleses, se lió a palos con sus 15 barcos contra los 20 de Villenueve. Tras varias horas de combate los ingleses hicieron dos capturas el “Firme” y el “San Rafael” y pararon de darse zambombazos, más que nada porque ya era de noche y no se veía un pimiento.
La batalla se saldó con 39 bajas y 159 heridos para los ingleses contra 476 heridos o muertos entre oficiales y marineros españoles, ya que ningún barco francés intervino en la refriega.
Al día siguiente Calder tiró para el norte para asegurarse sus capturas y no volver a arriesgar contra una flota bastante superior, cosa que le costó un juicio de guerra y dejar de comandar cualquier nave del ejército ingles por haber abandonado la lucha, pero Villenueve en vez de perseguirlo o de esperar refuerzos para bloquear el Canal de la Mancha, le entró un nosequé y tiró hacia el sur.
Esta batalla y la indecisión de Villenueve fueron al final fundamentales para el devenir de lo que pasaría en Trafalgar.
Al ver que Villenueve se fue “pa Cái”, no se sabe si a comer “pescaito” o a poner kilómetros de por medio, a Napoleón le salió una úlcera ante la “conducta infame” de su almirante, que le obligaba a cancelar sus planes de invasión y mandó al almirante François Étienne de Rosily a sustituir a Villenueve, con órdenes de que este segundo fuera a París a que le cantara las cuarenta.
Por entonces Nelson, de regreso del Caribe, bloqueaba Cadiz con sus barcos y los franceses recibieron órdenes de ir a ayudar en Nápoles, que también andaban a tortas, viaje que desaconsejan los oficiales españoles viendo el bloqueo de los ingleses y el pronóstico de mal tiempo que habían dado en las noticias.
Al llegarle oídas a Villenueve de su destitución inminente, se la juega y sale con la flota a pesar del desacuerdo de la mayoría de sus capitanes y de la totalidad de los españoles. Pero muy francés el, les dijo: “alé, alé á la mer”
Esta decisión precipitada avecinó un combate sangriento, del que la mayoría eran conscientes, como fue el caso del brigadier Cosme Damián Churruca que dijo estas palabras a un familiar también embarcado bajo su mando:
” Despídete de tus padres, porque mi suerte será la tuya: antes de rendir mi navío lo he de volar o he de echarlo a pique”
Cuando Rosily llegó a Cádiz el desastre ya había ocurrido. Era el 20 de Octubre de 1805.
TRAFALGAR
La escuadra franco-española estaba compuesta por 33 barcos, entre ellos el “Santísima Trinidad“, también llamado “El Escorial de los mares”, joya de la Armada Española y el buque de guerra más grande de entonces, con 1200 hombres a bordo y 136 cañones, casi nada. Pero su buque insignia para esta batalla sería el Bucentaure yendo en todo el centro de la fila y comandado por el mismo Villenueve.
Las tripulaciones de la flota franco-española fue en su mayoría reclutada a la fuerza y completada con mendigos, campesinos o presos liberados que pisaban por primera vez un barco, a causa de la falta de gente para manejarlos debido a las pérdidas producidas en Ferrol y a la fiebre amarilla que acosó Andalucía en ese tiempo. Esta situación restaba gran parte de ventaja a la flota aliada por la poca o nula preparación del personal.
Por su parte la Royal Navy era comandada por el Almirante Nelson y formada por 27 navíos, en principio en inferioridad, pero con una tripulación profesional curtida en años de batallas y ventaja en la posición de salida como se demostró más adelante.

La flota aliada siguiendo las órdenes mediante señales con banderas, cosa poco práctica como viera el comandante Federico Gravina que solicitó el mandato independiente de su división, a lo que se negó Villenueve dejando a gran parte de su flota sin movilidad y de poca ayuda, fue colocada en dos hileras formando una línea de más de 8 millas (12 kilometracos de nada).
La posición de los barcos aliados en línea fue un desastre, cada uno por su lado e intentando seguir al de delante y en un pispas se vieron recibiendo andanadas de plomo en todo el centro de la formación.
La jugada de Nelson (táctica que se hizo famosa en esta batalla y conocida con este nombre), fue dividir la flota enemiga partiendo por la mitad su línea y para ello puso en cabeza al Victory, barco que capitaneaba el mismo y al Royal Sovereing capitaneado por Cuthbert Collingwood, dando ejemplo al resto de capitanes que a su vez tenían órdenes de iniciativa y flexibilidad en el combate, lo que les libraba de la dependencia de señales en la batalla, dándoles más vidilla.
Poco antes de entablar combate, Villenueve mandó virar a la flota hacia el Noreste, hacia Cádiz cosa que ya desmanteló por completo cualquier ventaja y posibilidad de triunfo por su parte, descuadrando la formación y dejando unos huecos como catedrales, por los que los ingleses aprovecharon para entrar y empezar a dar plomo.
El meollo

Dando leches a todo lo que pillaban, los ingleses y también recibiendo lo suyo, se ordenó a la flota combinada el auxiliar a los barcos atacados, pero cada uno dió la vuelta como pudo y algunos ni la dieron, como el caso Dumanoir, que ni siquiera entró en batalla. En cambio hay que nombrar al Neptune y al L’ Intrépide que dieron estopa de la buena hasta donde pudieron, auxiliando al buque insignia y allegados.
A lo largo de la sangrienta batalla, entre cañonazos y mosquetazos de todo tipo, se puede destacar al Bahama enfrentándose a dos navíos ingleses, que capituló viendo la cabeza de su comandante volar por los aires tras un cañonazo. El decapitado fue Alcalá Galiano quien anteriormente había gritado a sus hombres:
“¡Tengan todos entendido que la bandera está clavada! ¡Este barco no se rinde!”.
O a Churruca en el San Juan de Nepomucemo (y olé!), ocupando el último lugar de la línea de batalla, que se las vió uno tras otro con cinco barcos ingleses. Churruca perdió la pierna de un cañonazo, pero en un gesto “heroico”, pidió un barril de arena a fin de cortar la hemorragia y permanecer erguido para continuar dando órdenes. Muerto su jefe y tras cuatro horas de combate, el Nepomuceno acabó rindiéndose a los ingleses. Como había escrito Churruca a su hermano:
“Si oyes hablar de la captura de mi barco, piensa que he muerto”.
El Victory de Nelson sufrió el fuego de cuatro navíos antes de recibir refuerzos. Arrimado al Redoutable francés, se sucedieron varias tentativas de abordaje y el fuego de fusilería sobre las cubiertas era intenso. Una bala hizo saltar una astilla de la cubierta que hirió al capitán Thomas Hardy. Al rato, otra bala hacía blanco en el almirante inglés Nelson. Eran las 13:25; Nelson fallecería tres horas más tarde, sabedor de la victoria.

Por parte inglesa hay que destacar la labor del Téméraire auxiliando al agonizante Victory de Nelson. Barrió al Le Redoutable, que se hundiría poco después y abordó al Le Fougueux. Por lo que con cierta razón se dice que el Téméraire ganó Trafalgar.
Gravina, con la batalla ya decidida y mientras acechaba el temporal, logró reunir 11 navíos y los dirigió a Cádiz en busca de refugio. Hacia las seis de la tarde, el combate acabó tras la explosión de un navío francés, el Achille, que fue el único barco hundido durante la jornada.
Las Cifras
Francia perdió 12 de sus 18 barcos, con 2.218 muertos, 1.155 heridos y unos 500 prisioneros capturados por los británicos. Solo un tercio de los 15.000 franceses participantes en la batalla volvieron un día a Francia.

El Reino Unido sufrió en Trafalgar 449 muertos entre ellos Nelson y 13 de sus mejores oficiales, además de 1.241 heridos. Un coste significativo en una victoria que consolidó el liderazgo incuestionable de la armada británica en todos los mares durantes los siguientes 100 años.
Para los españoles Trafalgar fue una derrota dura que pronto adquirió connotaciones trascendentes. Los efectos trágicos fueron bien patentes, ya que España perdió 10 de los 15 barcos con los que luchó, con un total de 1.022 muertos, 1.383 heridos y unos 2.500 prisioneros, del total de 12.000 españoles que intervinieron en la batalla.
La Batalla de Trafalgar dejó un total de 22 barcos, 3.689 muertos, 3.779 heridos y 3.000 prisioneros
El Post Partido
El temporal que ya se preveía, empezó la misma tarde de la batalla, cuando los maltrechos barcos y sus diezmadas dotaciones tenían menos probabilidades de capearlo con éxito.
Collingwood, al mando de la escuadra británica tras la muerte de Nelson, decidió afrontar el temporal mar adentro llevándose consigo los 17 navíos apresados.
Los franceses y españoles hicieron lo que pudieron para refugiarse en Cádiz, aunque varios barcos muy tocados, terminaron encallando en la costa o incluso en el fondo del mar.
Al día siguiente, a pesar del mal tiempo, algunos barcos de la flota combinada volvieron a salir de Cádiz y liberaron a los buques españoles Santa Ana y Neptune, aunque este último se perdió frente al Puerto de Santa María.
Los ingleses perdieron otros cuatro de los barcos capturados a lo largo de los días siguientes, entre ellos, el Santísima Trinidad, mientras que dos de los españoles que habían salido en ayuda de sus compañeros se estrellaron contra la costa.
Este fue el fin para otros cinco navíos de la flota franco- española, que perdió 23 de los 33 barcos que iniciaron el combate en Trafalgar. Los británicos no perdieron ninguno y tras capturar los cuatro de Dumanoir se hicieron con un total de ocho navíos que fueron después reutilizados por su flota.
La pérdida de tantos bravos soldados y la tragedia humana vivida en Trafalgar harían decir a Galdós, en boca de uno de sus personajes:
“¡Cuánto desastre, Santo Dios, causado por las torpezas de un solo hombre!”
Conclusiones
Villeneuve fue llevado prisionero a Inglaterra (las malas lenguas dicen que el mismísimo Napoleón le envió una carta diciéndole: “Sé fuerte Pierre”) y asistió al funeral de su adversario (Nelson).
Liberado bajo palabra, volvió a Francia e intentó justificarse ante Napoleón, pero no fue recibido y acabó “suicidándose” o eso dijeron, ya que se lo encontraron en su habitación con seis cuchilladas en el pecho.
El cadáver de Nelson, tras la batalla, fue desnudado y conservado en un barril de brandy de jerez, para evitar su deterioro en la travesía hasta Londres. A su llegada, fue enterrado con honores militares en una ceremonia de una solemnidad nunca antes conocida en el Reino Unido. Actualmente yace en la cripta de la Catedral de San Pablo de Londres.
Esta batalla terminó de frustrar la posible incursión francesa en Reino Unido y aunque esto no hubiera sido así, los británicos podrían haber agrupado su numerosa flota (más de 100 buques) para evitarlo, sí que limitó la consolidación del poder napoleónico en el Mediterráneo.

Esta contienda no significó en absoluto la destrucción de la armada española, pero sí el principio del fin de esta y de los más de 100 años de “monopolio marino”, terminando de pudrirse en puerto durante la Guerra de Independencia, forzados a ese lamentable estado debido a la ocupación francesa.
El hecho que la flota española fuera fuertemente debilitada durante la batalla de Trafalgar, dificultó además el tráfico comercial y militar, así como el control de las colonias españolas en América, con lo que, sumado a la situación de conflicto que se daba en Europa, se facilitó el éxito de los patriotas en las guerras de independencia hispanoamericanas que se dieron a partir de 1810.
Hacia el 1840 la zona centro de Londres era terminada de remodelar y la plaza llamada de Guilermo IV pasó a llamarse Trafalgar Square en favor de Horatio Nelson y su importante victoria. En 1843 se irguió la Columna Nelson de 46 metros de altura, coronada con un busto del Almirante de más de 5 metros de altura que domina toda la plaza.
Para Nota
Aquí os dejamos el enlace de un vídeo de la Universidad de Cádiz, donde explican con ese arte que ellos tienen, la batalla y podréis culturizaros mejor: Creación infográfica de la batalla de Trafalgar
Y por aquí tenéis otro documental contado desde el lado inglés: Documental Trafalgar,Grandes Batallas de la Historia
Y otro más… donde vemos lo que verdaderamente pasó y no quieren contarnos… 🙂 Batalla de Trafalgar | El Acabose
Y esto amiguitos es lo que pasó más o menos hace 200 años en Trafalgar. Sólo imaginaros a toda esa gente, hablamos de más de 30.000 personas, más de 60 barcos dando zambombazos y dejándose literalmente la vida en el mar,… Impresiona conocer lo tontos que somos los humanos y lo mal que hemos evolucionado… en fin.
Nuestra Recomendación
Si te ha gustado la historia, tienes más curiosidad o simplemente te apetece pasar un buen rato leyendo, te recomendamos te pases a ver nuestra reseña del libro de Arturo Pérez-Reverte Cabo Trafalgar, donde desde el punto de vista de comandantes y marineros españoles podrás revivir esta apasionante batalla.